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viernes, 27 de abril de 2012


-          ¡Jack! ¡Pareces un niño pequeño! Solo tienes que retirar lo que has dicho.
Lo sigo hasta el jardín, doy una vuelta a mi alrededor, solo hay un columpio, una hamaca, y arbustos. Pero no se le ve por ningún lado.
-          Jack no seas bobo, sal de donde estés.
-          Yo no soy bobo. – Se le oye por detrás.
En cuestión de segundos algo o alguien, Jack, me agarra por la cintura y me hace un placaje, me echa al suelo, grito, cierro los ojos y luego río. Al notar que ya estoy en el suelo abro los ojos. El está encima de mí.
-          Mmmm… - Empieza. – Recuerdo que alguien me dijo que ella tampoco soportaba las cosquillas.
Me ha pillado, pero intento disimular, el se ha echado a un lado pero seguimos abrazados. Estamos de frente, y más bien el me agarra por la cintura para que no me escape.
-          No creo que yo haya dicho eso nunca. – Le sonrío. – Y creo que me deberías soltar para que no nos congelemos de frío.
Solo llevo un jersey verde a rayas blanco. Se echa a reír.
-          Yo estoy bien, pero mira. – Alarga un brazo y la acerca a mi punto sensible, la nuca. – Creo que esa chica me dijo que eran por esa parte de la espalda donde tenía más cosquillas de lo normal.
Y lo hace, me empieza a tocar por todas partes, yo empiezo a reír y a chillar para que pare mientras me retuerzo por el suelo.
-          ¡Para! ¡Esto no vale! ¡Paraaaa!
Para. Lo miro, está partiéndose de risa. Sentado de rodillas y se me ocurre una venganza. Hacerle lo mismo que me ha hecho. Me tiro encima de  él  y sé que le he pillado desprevenido porque… Bueno, que no se lo esperaba.
-          ¿Cómo puedes hacerme esto? – Me reprocha, después de parar de hacerle cosquillas.
Pongo cara de dolida y sorprendida.
-          Tú no eras la que suplicaba que parase. – Le reprocho bromeando, sigo encima de el.
-          Por eso te pregunto que por qué me haces esto. – Le miro, está mirándome tiernamente.
-          ¿Qué pasa? ¿Qué te he hecho?
-          Que no entiendo cómo me puedes hacer tan feliz con cosas como esta.
Instantáneamente los colores se asoman por mis mejillas y escondo la cara en su pecho. Sonrío como una boba.
-          Ey, no te escondas.
Ay dios mío, me está acariciando el pelo, y no sé por qué, cierro los ojos.
No sé cuánto tiempo transcurre así, yo abrazándole y apoyando la cabeza en su pecho  mientras él me acaricia el pelo haciendo que me den escalofríos. Pero entonces alguien tose y nos sentamos en un acto automático. Es la madre de Jack.
-          H-Hola señora Letterman. – Saludo muy cortada.
Por el rostro cubierto de tensión de la madre de Jack asoma una sonrisa.
-          Hola Kate, siento mucho haberos molestado pero me tengo que llevar unos segundos a Jack.
-          Cla-Claro – Hago un amago de sonreír, me muero de la vergüenza. – lo que quieras.
-          Enseguida te lo devuelvo.
Jack sale detrás de su madre y mira hacia atrás sonriendo.
Cuando entran dentro de casa me siento en el columpio y me balanceo mientras los segundos transcurren como una eternidad. Está claro, Jack me encanta y cada segundo que estoy junto a él me pregunto cómo besará. Esos labios, juntados con los míos… Ya me ha salido esa sonrisa tonta otra vez. Alguien abre la puerta del jardín, es Jack, lo noto con paso nerviosos y mira a todas partes, me levanto del columpio.
-          ¿Qué pasa? – Le pregunto.
-          Lo siento mucho, pero han ingresado a mi tío en el hospital, le ha atropellado una moto.
Llevo mis manos a la boca.
-          La que lo siente soy yo… Entonces me voy y os dejo.
-          Nosotros también nos tenemos que ir al hospital, así que si no te quieres quedar sola… - Intenta bromear, pero no lo consigue.
Entonces le abrazo, le abrazo con todas mis fuerzas.
-          Sé que eres fuerte – Le susurro al oído mientras él me devuelve el abrazo. – Subo a coger las cosas y me voy.
El asiente con la cabeza.
Subo a su habitación, cojo las cosas y me voy dejando atrás a Jack y ese momento del jardín, ya sabía que hoy iba a pasar algo importante pero esto… Miro el móvil, siete llamadas perdidas de mi madre. La llamo.
-          ¿Kate?
-          ¿Qué pasa mama?
-          Ven a casa lo antes posible, por favor. – Me suplica.
-          Voy en camino, pero ¿Qué pasa?
-          Secuestro sorpresa, tienes que venir conmigo, me han informado hace diez minutos.
-          Vale. – Resoplo. – Ahora mismo voy a casa.

Capítulo 13 (Parte uno)


Son las diez de la noche,  estoy tirada en la cama después de volver de New York, y de lo único de lo que no me he acordado es de hacer los deberes del insti. Hay que ver como después de casi toda la tarde que me he pasado hablando con mi abuela de si voy a morir y del “lado oscuro” del clan me preocupe por los deberes. A veces me sorprendo de mi misma. Aunque no me acuerdo de lo que había que hacer y tampoco tengo ganas de levantarme de la cama. Han sido dos días muy largos, demasiado largos. Así que he decidido no hacerlos, si me preguntan diré que he estado enferma, lo cual no es del todo mentira, mis padres no me podrán reprochar nada. Quiero hablar con Jack, o con Beth, Dani, Laurie o Bennie, pero no tengo ganas de meterme al facebook, nunca he sido muy fan de esa red social. La verdad es que prefiero leer un libro o ver la televisión. Y ahora lo que voy a hacer es bajar a ver un poco la televisión para olvidarme un poco sobre mis posibilidades de morir. Aunque creo que no tengo ninguna razón para morir, creo que estoy demasiado, pero aun así,  que sea lo que el Destino quiera con lo que mañana me depara.
Querida mañana de un lunes llovedizo y gris. ¿Sabes qué? Que aunque nos quiera mojar y hacernos tiritar de frío no me quitarás mi felicidad. Porque sigo viva, y eso quiere decir que la abuela Alice tenía razón. No voy a morir, aunque eso ya me lo esperaba. Ya he desayunado y me he puesto unos vaqueros y un abrigo negro conjuntado con gorro y bufanda negros de lana. No me acuerdo lo que me he puesto debajo del abrigo, mi cabeza no está donde debería estar. Estoy esperando a Laurie y a Bennie en el lugar de siempre, es decir, en la calle donde se encuentra mi casa. Por ahora ha dejado de llover y espero que no llueva en la próxima media hora, pero hace frío.
Ya vislumbro a las dos petardas que vienen hacia mí, como no, dando la nota.
-          ¡Kaaaaaaaaate! – Gritan las dos corriendo hacia mí.
-          Hola. – Sonrío mientras nos dirigimos al insti.- ¿Qué tal?
Laurie es la primera en hablar, es una chica de pelo teñido de rojo y los ojos verdes, guapísima.
-          Pues mira, Bennie le dijo a su novio James que se iba a hacer un piercing en el ombligo y le respondió que vale, que le parecía bien.
Las dos se quedan calladas. Miro a Bennie, ella es la… como diría… La más inocente de las dos, es rubia con los ojos verdes, es alta y tiene las piernas larguísimas. Las dos son preciosas y al lado de ellas es bastante probable que te sientas como el pato marrón que no encaja con los otros blancos.
-          ¿Y qué pasa?
-          Pues que eso quiere decir que dentro de unos meses le dirá a Bennie que se haga un tatuaje y luego se opere los pechos.  ¡No vale! – Responde Laurie como si estuviera claro.
Me echo a reír, a veces es imposible tomarlas en serio, como en estos momentos, las conclusiones que sacan sobre sus novios son… tronchantes.
-          ¿Y no puede ser que James le haya dicho que si porque la quiere tal y como es? Lo que has dicho no tiene ningún sentido. – Le digo sonriendo.
-          Laurie… Creo que la teoría de Kate es mejor que la nuestra. –  Dice Bennie  y me mira con una sonrisa picarona. – Y Laurie y Tom definitivamente ya han perdido su virginidad.
Me quedo boquiabierta.
-          ¿Qué?
-          Lo que oyes, venga Laurie cuéntaselo como lo hiciste conmigo. Con pelos y señales.
Veo como Laurie se sonroja y sonríe como una boba.
-          Bueno… El sábado me dijo que iríamos a su casa a lo que hacemos normalmente, ver una película y cosas de esas. Cuando fui me encontré con las luces apagadas y velas por todas partes. Entonces en ese momento me puse muy nerviosa porque no sabía qué hacer, ni cómo reaccionar, como siempre. Me puse a llorar y Tom preocupado me dijo que al día siguiente hacíamos cinco meses quería hacerme algo especial. Yo le dije que lo había estropeado todo que lo sentía… Y me besó, y después de eso pues…
Bennie y yo nos miramos y sonreímos.
-          Fuegos artificiales. – Decimos las dos a la vez.
Eso es lo que siempre ha dicho Laurie que pasaría en su primera vez, que todo sería como los fuegos artificiales.
-          Exacto. Y… la verdad es que no entiendo cómo me pude poner tan nerviosa… Ah, por cierto Kate, alguien nos ha dicho que has quedado con Jack. ¿No nos lo pensabas contar?
Intento hacer como que no lo he oído, pero sé que me he puesto colorada.
-          Íbamos, pero al final no pudimos. Pero esperemos que esta semana pase algo…
Bennie y Laurie se ponen a saltar y a gritar.
-          Lo sabía, ¡lo sabía!  - Grita Bennie.
Yo lo único que hago es sonreír y ignorarlas hasta que llegamos al instituto. Cada una se va a su clase, yo al de Literatura y ellas a pintura.
Al entrar en clase ya echo de menos la presencia de Jack en el pupitre de al lado. Al menos estoy en la misma que Dani, sino, no tendría con quien hablar. Saludo a algunos con una sonrisa y me siento en la mesa que está en frente de mi amigo. Me giro hacia él y lo primero que veo son sus ojos rojizos y con bolsas, como si hubiera estado toda la noche llorando.
-          ¿Qué pasa? – Le pregunto preocupada.
-          Jonathan y yo hemos cortado, - me dice con la voz rota.
-          ¿¡Qué?! ¿Por qué?
-          Por la diferencia de edad, por la escasez de tiempo, su trabajo…
-          ¿Quién dijo para dejarlo? – Le pregunto sospechando algo.
-          Yo.
-          ¿Pero por qué? La diferencia de edad son cuatro años, y tú fuiste el primero que dijo que la edad es solo un número cuando se trata del amor. – Lo miro intensamente, para incomodarle, - Dani, te conozco, ¿Qué ha pasado?
-          Que le he puesto los cuernos Kate, los cuernos.  Me había emborrachado y estaba enfadado con el…. – Se esconde la cara entre sus manos. – Ninguna excusa vale para justificar lo que he hecho.
-          ¿Y se lo has dicho?
-          Si.
-          ¿Y?
-          Me dijo que no le importaba, que sabía que fue una estupidez, pero que lo superaríamos. Yo ya no puedo ni mirarme en el espejo sabiendo lo que he hecho.
Le cojo la mano y lo miro con ternura.
-          Alguna razón hubo de haber para que hicieses eso.
Asiente con la cabeza.
-          No había tiempo para mi, siempre estaba trabajando, un chico me invitó a tomarme unas copas, le dije que si, para ver si Jonathan se preocupaba por mí, a las once y media todavía no me había llamado, y eso que llevábamos más de tres días sin vernos, así que me emborraché y me enrollé con el chico para enfadarle.
-          Y te salió mal. – Continuo.
-          No, se enfadó, pero empecé a llorar y me dijo que lo sentía y que parte de culpa también lo tenía el.
Veo como sus ojos se ponen brillantes, cosa que va a ponerse a llorar en cualquier momento, automáticamente me levanto y lo abrazo.  Oigo como alguien tose detrás de mí.
-          Señorita  Kate., le ruego que se siente en su asiento, la clase va a comenzar.
Asiento con la cabeza a la profesora, me siento en mi asiento y saco los libros de debajo de la mesa bajo la atenta mirada de ella.
Después de una larguísima hora termina la clase y me reúno con Bennie y Laurie para ir a clase de educación física, dos horas. Después de media hora de descanso hemos tenido otras tres clases igual de aburridas que las demás que ni se merecen mencionarlas. No he dejado de pensar en Jack en todo el día, en lo rápido que ha pasado todo esto y en lo rápido que quiero que se cure para poder quedar con él.
Antes de darme cuenta ya ha he llegado a casa, subo a mi habitación a dejar las cosas de clase y cojo el teléfono mientras miro a ver si están mis padres. Nada, están trabajando. Vuelvo a entrar en mi habitación y cierro la puerta. Llamo a casa de Jack mientras me quito mis botas de tacón. Alguien lo coge.
-          ¿Sí? – No es la voz de Jack, es su madre.
-          Hola señora Letterman, ¿Está Jack en casa?
-          Hola Kate, si, está en casa, ahora te pongo con él. ¿Qué tal todo?
-          Muy bien, harta del frío, pero bien.
Oigo como se ríe.
-          Sí, yo también los estoy. Bueno, Jack amenaza con matarme si no le paso el teléfono. Ya nos veremos.
-          Vale, adiós.
Se oye cómo se pasan el teléfono de mano a mano.
-          Hola, Kate.
-          Hola – Cuanto ansiaba escuchar su voz. - ¿Qué tal te encuentras?
-          Mucho mejor.
-          ¿Ah, sí?
-          Si – Me responde con voz alegre. – Oye, Kate, ¿Me puedes hacer un favor?
-          Claro, lo que quieras.
-          ¿Puedes venir a mi casa a explicarme lo que habéis hecho hoy?
-          ¿Ahora?
-          Si, cuando quieras, vamos.
-          Si quieres voy ahí dentro de un cuarto de hora.
-          Vale, te estaré esperando. – Se oyen risas.
-          ¿De qué te ríes? – Le pregunto.
-          De nada, te veo luego.
-          SI, hasta luego, y que sepas que me has dejado mosca.
Vuelve a reírse.
-          Es justamente lo que quería hacer, adiós Kate.
Sin decirle nada cuelgo, tendrá morro. A saber lo que quería decir con eso… Vuelvo a coger las cosas de clase, el móvil, las llaves y el Ipod. Bajo las escaleras y pongo una nota a mis padres poniendo que he ido a casa de Jack y que no volveré muy tarde a casa. Salgo de casa, cierro la puerta y me enchufo y pongo la canción “Twilight·” de Cover Drive. Cojo el camino que da a casa de Jack, me siento feliz, radiante. Tengo la sensación de que va a pasar algo muy importante hoy y espero que tenga algo que ver con Jack. Es mirar a esos ojos de color avellana y… me derriten, aunque no pensaba así hasta el sábado. Sabía que sentía algo más por el que por un amigo pero esto es demasiado. Esos sentimientos han incrementado demasiado. El semáforo se pone en rojo y tengo que esperar para pasar el paso de cebra, su casa está al final de la calle.  La canción ha terminado y ahora suena “Lightning” de The Wanted, mi grupo favorito.  Miro la hora que es en el Ipod del nerviosismo, son las cinco de la tarde, para las siete oscurecerá así que para las ocho estaré en casa. El semáforo vuelve a ponerse en verde y me pongo a andar otra vez. Camino un poco más y ya está, ya he llegado. Apago el Ipod, lo meto en el bolsillo y respiro hondo. Toco el timbre, la casa es más grande que la mía, tiene dos pisos, no es muy alta, pero es enorme de largo, y atrás tiene un jardín precioso.  Alguien abre la puerta, es Jack. Sonrío al verle, no tiene mal aspecto, más bien diría que está más guapo que nunca. Va vestido con unos vaqueros  y una camisa a cuadros negra y azul desabrochada por encima de una camiseta negra. El también sonríe y me deja pasar.
-          Por fin nos vemos, ¿eh? – ríe  - Creo que el karma nos intentaba decir que no nos precipitásemos.
-          Yo creo que el karma nos ha estado tomando el pelo, la verdad.
Me quedo de pie en la entrada y él se apoya en la puerta.
-          ¿A dónde quieres que vayamos? ¿A mi habitación o al jardín?
-          Donde tú quieras, es tu casa. – Le digo provocándole, no voy a caer en eso, me río.
El me mira confuso.
-          ¿Qué pasa?
-          Nada, nada, - Le tranquilizo – Llevo el día riéndome de todo. ¿Vamos?
Sé que no me ha creído, lo veo en su cara, pero asiente con la cabeza. Subimos las escaleras, así que ha decidido que vayamos a su habitación. Yo le sigo.
-          ¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me gusta tu camisa?
Suelta una carcajada.
-          Me la regalasteis tu y Beth en mi cumpleaños. ¿Creías que no me iba a acordar?
Solo me sale una sonrisa, la verdad es que no pensaba que se fuera a acordar. Entramos en su cuarto y hacemos lo mismo que hemos hecho siempre que he ido a su casa, el se sienta en la silla de su escritorio y yo me siento en su cama dejando las cosas encima de ella. Miro a Jack y noto como no para de mirarme intensamente, confuso.
-          ¿Qué pasa?
-          ¿No tienes calor? – Baja la mirada.
Yo hago lo mismo, y veo que todavía no me he quitado el abrigo. Me echo a reír.
-          No me has dado tiempo chico, ten paciencia. No soy tan tonta de no fijarme.
-          Tú no eres tonta – Sonríe con picardía. – Solo un poco despistada, bueno y un poco tonta también…
-          ¡Oye! Repítelo. – Le provoco.
Se levanta de su silla y se pone en frente mío, es decir, en frente de la cama.
-          ¿Qué? ¿Acaso no es verdad?
-          ¡No! – Le digo.
-          No me lo dirás en serio, ¿verdad?
Me pongo en pie, y yo también me pongo en frente suyo tal que nuestras caras quedan a unos centímetros. El es más alto que yo.
-          Retira lo que has dicho,  – Le pongo el dedo en la punta de la nariz. -  o te arrepentirás.
-          Oh, qué miedo, - sonríe – La señorita Kate me va a pegar.
-          Recuerda que sé tú gran secreto, señorito Jack.
Intenta ponerse serio, aunque no puede. Pero echa a correr. Le sigo.
-          ¡No! ¡Kate! Eso no, ¡Por favor!  - Me suplica.
Corro detrás de él, todo este teatro es porque Jack no soporta las cosquillas. Baja las escaleras y sale al jardín.

martes, 20 de marzo de 2012

Capítulo 12


Decido levantarme y al salir del baño veo que mi madre sigue esperándome en mi cuarto.
-          ¿Vas a quedar con él? – Me pregunta.
-          No. Así que puedes tenerme todo el día para averiguar qué es lo que tengo.
-          Vale, iremos a casa de la abuela. – Me dice con el rostro lleno de tensión.
La abuela, es decir, la madre de mi madre está desaparecida desde que yo tenía cinco años. Año en que mi madre decidió aceptar ser hechicera de los siete y ser la segunda. Según yo tengo entendido a Alice – mi abuela – no le debió de gustar mucho la decisión ya que decía que había que dejar crecer a los niños en paz, dejarlos a un lado de las garras de la muerte y la hechicería.
Según mi padre, ella ya tenía suficientes remordimientos por haber elegido ser inmortal y no quería que a su hija le pasara lo mismo. Mi abuela ya ni siquiera cree en el Destino, y eso para una hechicera está muy mal visto. No eres de la familia si no lo haces, no eres humano.
Aún así mis padres eligieron morir cuando su cuerpo se apagara sea cual fuere su Destino. No querían ser inmortales.
-          ¿Y la abuela ya sabe que vamos?
-          Si le he llamado justo después de lo que te ha pasado y ella ha sido la que ha dicho que vayamos.
-          ¿Y donde vive?- Le pregunto curiosa.
-          En Nueva York.
-          ¿¡Qué?! ¿Voy a ir a Nueva York?
-          Eso parece. – mi madre sonríe.
-          Pero si la abuela odia las ciudades grandes.
-          Pero me ha dicho que quiere vivir la vida, según parece la semana que viene se irá a vivir a Venecia.
No para de sorprenderme, la mujer que me regaló la pulsera que siempre me pongo vivía en pueblecitos donde no hubiera más de 100 habitantes .Esa era mi abuela. La mujer que ahora mismo me estoy imaginado no lo es. Creo que voy a ponerme al día con ella, no puede ser que ella esté visitando el mundo entero y yo no haya salido de vacaciones ni al pueblo de al lado. “Cuestión de seguridad” dicen mis padres. ¿Sí? ¿Y dónde está viviendo mi hermano con su novia?  ¿En un lugar seguro? Si, sobre todo seguro. Con lo discreto que es Nico si no está fichado por la policía ya habrá sido por cuestión de suerte.
-          Si queremos tener respuestas, - prosigue mi madre,- tendremos que ir a donde tu abuela o recurrir a los siete y sé por seguro que la segunda opción no te hace mucha gracia.
Asiento con la cabeza sonriendo irónicamente. La verdad es que no quiero que nadie me mire como si fuera rara o... como si estuviera en el limbo, entre la vida o la muerte.
-          Mejor vamos a Nueva York, pero con una condición.
-          ¿Cuál?
-          Tenemos que ir de compras.
Se echa a reír y se levanta de mi cama.
-          Vístete y baja lo antes posible. Te has despertado muy tarde y si quieres que nos de tiempo a lo que quieres hacer tendrás que darte mucha prisa.
Con la palabra en la boca se da la vuelta y no me deja responderle.
Intentando prepararme lo antes posible, me doy una ducha de agua fría y me visto. No me he mirado en el espejo en ningún momento, no me quiero asustar, estoy segura de que parezco una zombie. Al fin y al cabo, me alegro de que Jack no me vaya a ver así.
Al bajar a la sala de estar veo a mi madre hablando, bueno, gritando con alguien por teléfono y me dirijo hacia mi padre, que está sentado en el sofá leyendo el periódico y a la vez viendo la “MTV”.
-          ¿Le falta mucho a mama? – Le pregunto mientras me siento a su lado.
-          No lo sé, lleva hablando por ese cachorro con alguien desde que ha salido de tu habitación. ¿Sabías que Adele ha conseguido cuatro premios en los premios video music awards s ela MTV?
Ya empezamos, odio cuando mi padre intenta sacar su lado “guay” y como dice el, “cool, seguro que no tiene ni idea de quién es Adele.
-          Interesante… Anda papa, déjalo. ¿Y sabes con quien habla mama?
-          Ni idea. Y no vamos a hablar más sobre el tema. – sonríe- Prefiero hablar de Lady Gaga y de David Guetta.
-          Claro papa. – Le doy una palmada en el hombro – Cuando quieras aquí estoy para hablar de “The Wanted” y de lo guapo que es Jay. Porque los conoces, ¿no?
Y como no, mi padre se ha quedado mudo, anda que, llevo un año y medio hablando de ellos, que son mi grupo favorito y todavía no sabe quiénes son. Me echo a reír.
En ese momento mi madre cuelga el teléfono de bastante mal humor, y parece que está tensa.
-          ¿Nos vamos? – Pregunta.
En respuesta, mi padre y yo nos levantamos del sofá y salimos de casa. Por fin piso suelo. No sé por qué, pero desde que me he despertado tengo la intuición de que va a pasar algo, no sé si bueno o no, pero pasará. No quiero que me digan que lo que me ha pasado ha sido por alguna razón, mi cuerpo ha decidido tenerlo y ya está.
Sin darme cuenta, en un abrir y cerrar de ojos ya nos encontramos en una enorme calle de una enorme ciudad.
-          Me imagino que ya estamos en Nueva York. – hablo en voz alta.
-          Imaginas bien
Nos encontramos en una mesa de una cafetería de Nueva York, todavía no me lo creo.  Mis padres mi abuela y yo estamos con un café cada uno, bueno no, mentira, yo tengo un chocolate caliente, no me gusta el café-.
-          ¿Quieres decir que te veías a ti misma en la visión? – Me pregunta Alice.
-          Sí.
-          ¿Y qué pasaba?
-          Estaba en el frente… llorando… y creo que mirando a una persona
-          Interesante. – Dice mientras le da un sorbo al café.
-          Kate, eso no es lo que nos dijiste anoche. – Suelta mi madre nerviosa, - y mama, no es interesante, no sabemos si puede morir o no.
-          No te preocupes Maria, que no va morir- se ríe y hace un gesto quitándole importancia.
-          Pero… todos los que han tenido…
-          Visiones prematuras han muerto, ya seguro – le replica cortándole. – eso es porque no conoces a nadie que los haya tenido.
-          Mama… ¿Quizás porque han muerto todos? – Sigue insistiendo mi madre.
-          Que te he dicho que no y no hay más que hablar. Eso es porque la junta los esconde, no hay que fiarse de ellos, querida Kate. – Me mira y me coje de la mano – Te lo digo porque eres mi nieta, nunca te fíes de los siete.
-          ¡Mama! – Le reprocha Maria.- Su madre está dentro de esa junta y es la segunda hechicera más importante del clan. ¿Le estás diciendo que no se fie de mi?
-          Exactamente. No por el punto de vista de tu madre, sino que del de una hechicera. –Me vuelve a mirar con tristeza – Kate, sea cual sea tu Destino, digan lo que digan sobre lo que tienes que hacer, no te dejes guiar por personas que creen que lo hacen por el bien. Guíate por tu corazón, hazlo por tu abuela por favor.
-          Mama, te lo vuelvo a repetir – mi madre está a punto de ponerse a gritar – No hemos venido a hablar de eso, sino por la visión de Kate.
Miro la tensa situación que está dando lugar en estos momentos, mi padre que prefiere mantenerse alejado del tema, mi madre que quiere irse a casa lo antes posible, y mi abuela. Mi abuela que al parecer quiere ponerme en contra de todo lo que me han enseñado durante toda mi vida. Es irónico.
-          Te lo vuelvo a repetir Maria, no le va a pasar nada, yo conozco a gente que le ha pasado lo que tu hija y siguen tan felices.
-          ¿Ah, sí? ¿A quién por ejemplo?- Le pregunta sarcásticamente.
-          A mí.
-          ¿Tu? – Grita mi madre haciendo que personas curiosas miren hacia nosotros.
-          Si.
-          ¿Y por qué no me lo contaste? Soy tu hija.
-          Si lo hubiera dicho anteriormente la junta habría venido a por mí, y habría sido una rata de laboratorio. Pero ahora que estoy vieja y sé que viviré más de mil años prefiero morir a ver el fin de la humanidad.
-          Eres un ser egoísta. – La ataca mi madre.
-          No querida, lo que si soy, es inteligente, por saber que hay un lado oscuro detrás  del clan y la junta y todas esas chorradas. Que ni tu ni nadie sospecha.
-          ¿Lado oscuro? – Mi madre está que no se lo cree – Tu deliras.
-          Pregúntaselo a la querida señora McArthur, sabe muchas más cosas que las que dice y no te creas que es la única.
-          Lo que faltaba… Que McArthur vaya a destruir el mundo…. Claro mama, y las vacas son rosas.
-          No me creas, no te estoy pidiendo que lo hagas, solo que te preguntes por qué te sabes los nombres de todos los miembros del clan menos el de McArthut
Esa es una buena pregunta.